
Las dioxinas son subproductos no deseados de numerosos procesos de fabricación (tales como la fundición, el blanqueo de la pasta de papel o la fabricación de algunos herbicidas y plaguicidas etc..) tendiendo a acumularse en suelos, sedimentos y tejidos orgánicos y algunas de ellas son extremadamente tóxicas. Son poco biodegradables, muy solubles en las grasas así que tienden a acumularse en los tejidos grasos de los organismos durante muchos años. Las vacas y otros animales los acumulan en su cuerpo, por eso la carne, el pescado graso y los productos lácteos enteros son los más contaminados ya que son liposolubles. Todo lo que crece en el campo lo puede llevar.
El objetivo es intentar evitar trazas y residuos de dioxinas en la comida que ingerimos, reduciendo los productos de origen animal, y optando por alimentos libres de pesticidas, que normalmente son los alimentos ecológicos.