
Habitualmente no pensamos en los jugos digestivos que segregamos, y esto está bien así. Sin embargo tenemos que tener en cuenta que si los jugos digestivos no se adecuan a la cantidad y el tipo de alimento que tomamos, la comida sentará mal. Esto tiene muchas probabilidades a la hora de cambiar la dieta. Por ejemplo si normalmente no tomamos carne y fritos pero un día nos invitan a una barbacoa con mucha carne y chorizo no se nos segregarán suficientes enzimas para digerirlo perfectamente. Lo mismo vale para cualquier cambio de dieta, cuando tenemos la intención de añadir más fibra a la dieta o introducir más cantidad de cereales complejos o dejar de comer lácteos o volvernos vegetarianos: todos estos cambios debemos llevarlos a cabo gradualmente.
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